La segunda edición de Pinta Malasaña no defraudó a nadie. Además de mucho arte y olor a spray, las calles se inundaron de sorpresas como: body painting en directo, un concurso de fotografía organizado por Too Many Flash y regalos de la mano de Juan Díaz-Faes, artista que regaló 600 azulejos únicos de su intervención.
Y mientras la banda sonora la marcaba el bullicio de los más de 30.000 asistentes, el jurado compuesto por Chincheta, que recibió el premio Pinta Malasaña en 2016, Luz Bejarano, responsable de exposiciones multidisciplinares en el Instituto Cervantes, y Óscar García, director de la Plataforma PAC, se paseaban por las calles para elegir a los 3 ganadores de esta segunda edición de Pinta Malasaña. Ganadores que serían galardonados con 600, 400 y 300 euros respectivamente.
Ganadores de Pinta Malasaña 2017
El primer premio se lo llevó Sue975 con sus sorprendentes bancos flotantes en la plaza de San Ildefonso. El jurado destacó “que con gran economía de medios, expandió el concepto de pintura, logrando un efecto visual muy potente que interpeló al público a interactuar con la obra”. Y ahí no puedo estar más de acuerdo porque, confieso que yo también fui una de las que se agachó a jugar con aquella arena flúor que rodeaba los bancos.
El segundo premio fue para Antonio Feliz, Parsec, el cual ilustró en un cristal de un bar de la calle San Andrés las fases por las que pasa una estrella del rock. El jurado valoró “la minuciosidad técnica de su trabajo y el trasfondo de la propuesta, que juega con un imaginario musical relacionado con la historia del local y con el espíritu del barrio, gracias a un trabajo previo de documentación”.
Y por último, el tercer premio fue a parar al bolardo de Cristina Peris Grau. La valenciana dibujó un hombrecillo la mar de simpático que conquistó al jurado y a todo el que pasaba por allí. Los bolardos, como cada año, son uno de los mayores atractivos de Pinta Malasaña, sin embargo, el de Cristina destacó por adaptarse perfectamente al soporte de una manera ingeniosa y sin perder la ironía.
Tres premios que cayeron en tres soportes muy diferentes pero con un mismo objetivo: sorprender al viandante y captar las miradas de los más curiosos.
Esperemos que las obras duren más que las de Pinta Malasaña 2016 y se vayan borrando por la lluvia, el latir de las calles y la vida del barrio, y no por pisadas fuera de lugar sin sentido alguno. Sea como sea, ya se encargarán muchos de que Malasaña siga vistiendo de color.